Mentiras es una broma, jejeje.
Nuestra Madre es el ser mas querido que puede tener cualquier persona sobre la faz de la tierra. Hoy 13 de mayo de 2007, se celebra en Colombia el "Dia de la Madre", y en todos los rincones de nuestro pais hay celebraciones, festejos, almuerzos, etc. Igual cualquier detalle es poco para ese ser que nos dió la vida a cambio de nada. Bien pudo habernos abortado, pero optó por ser ese instrumento por medio del cual llegamos a este planeta.
El dia de hoy "desafortunadamente" me tocó dos partidos de Liga en la cancha de Marsella, el primer partido se dió por W.O., el segundo fué un clásico de la categoría prejuvenil, un derby como le digo yo a la comisión de nombramientos: Marsella vs. Fair Play, el partido culminó 2 x 2. Finalizado el encuentro, nadie me dijo nada. Bueno, eso indicó que me fué bien, no solamente a mi, si no a mi señora Madre, que es la persona más mentada, cada ocho días que salgo a dirigir un partido de fútbol. En fin, esa es la suerte de nosotros los árbitros.
Ahora como Docente en el área de informática, ha ocasionado que los madrazos aumenten, eso creo yo, ya que para nadie es un misterio, que al profe "cuchilla" o cuando se evalua a un alumno, no falta la expresión de este es mucho h...., en fin. Pero bueno, menos chachara y más historia... El "madrazo" es la mejor arma verbal que se encuentra a la hora de ofender al enemigo momentáneo. Sin embargo, también se puede hacer con mucho estilo y otras veces hacerse el sordo para defender a la progenitora.
Digámoslo sin rodeos: ¿A quién no se le ha hinchado el pecho y la garganta a la hora de estallar con el mejor de sus insultos o, al menos, con el más apasionado?, ¿quién no ha recurrido a la vieja ofensa de mencionar la madre del enemigo momentáneo en el instante de la euforia? El insulto es, probablemente, la manifestación humana que convoca tanto a la inteligencia como a la visceralidad a un mismo tiempo (al menos en un buen insulto) y una de sus expresiones más malvadas es la que apunta directamente al ser que nos dio la vida. Sí: a la madre que nos parió.
'La echada de madre' se arraiga desde muy temprano en las vidas de los insultadores. Los primeros recuerdos de mentadas legendarias, vienen de los también legendarios 'ranchos' en el colegio. Esas competencias verbales que terminaban en lágrimas y bochornos y, en ocasiones, en un nos vemos a la salida, que convertían al más flaco y enclenque en un ser temible, gracias a su prodigiosa lengua, que generalmente concentraba su poder difamatorio en destacar (mejor, magnificar) los defectos físicos de su contendor, especular sobre su orientación sexual, exponer las pocas habilidades intelectuales de la contraparte y, por supuesto, lanzar un arsenal de ofensas en contra de mamás ajenas.Claro, los insultos con el tiempo cambian poco en su contenido, pero sí lo hacen en su forma.
No existe expresión más vacía y, al tiempo, más cargada de emocionalidad, que un "le va la madre". Si se aborda despreocupadamente no dice absolutamente nada: le va la madre ¿Pero la de quién?, ¿la mía o la del otro?, ¿de cuál madre hablamos?, ¿una madre descarriada o una santa? Aquí la ofensa parece que radica en la mera mención de la progenitora, pues, como dice la lingüista María Pedraza, "la mención de la madre está cargada por nuestra cultura, se trata de una persona idealizada y por eso, con solo nombrarla, se puede agredir".
Existen pocos personajes en la ciudad a los que les mencionen más veces su árbol genealógico como a un conductor de bus. Por eso si se trata de consultar al experto en madres y desmadres, don Jorge Rodríguez, orgulloso transportador urbano, hace una lista de afrentas contra la mujer que le dio la vida, la mayoría de ellas provenientes de disgustados pasajeros que vociferan después de timbrar repetidas veces "me va a llevar para donde su madre o qué"...
Además de otras frases menos publicables. Pero don Jorge tiene la respuesta exacta a manera de ironía: "para mamá lo mejor" (fonético: para mamalo mejor). Luego ríe victorioso. Pero el insulto también es un asunto de entonación y contexto, pues no es lo mismo lanzar al aire una palabrota de saludo a un amigo como un (y con el perdón del lector) "quiubo marica" a decirle a un contrincante "usted es un marica", más si en el tono de la voz existe agresividad."La cuestión es la entonación y la carga ideológica de lo que se dice, -afirma la lingüista- pues, a modo de ejemplo, hace diez años si alguien decía huevón había una agresión, pero hoy la palabra puede denotar incluso un vínculo afectivo. De hecho, se usa tanto esa palabra que se ha deformado y terminado en un 'ueón'".
Otro vituperado por su oficio, como lo es el árbitro de fútbol, se cuenta que la variedad de improperios de la enardecida hinchada ya no le afecta como lo hacía antes, pues la muy ingeniosa y ofensiva capacidad verbal de los fanáticos, a fuerza de repetición, perdió su efecto perturbador. El hombre de negro está tan acostumbrado a los animosos reclamos que ponen en duda su honestidad y, de nuevo, su origen biológico, que lleva a los partidos a su madre y esposa con la única condición de que pasen inadvertidas (es decir, que jamás se les ocurra acudir en su defensa), para evitar desquites más directos. Así que desde árbitro regalado hasta chulo hp, ya no hay nada sorprendente y por eso todo queda en palabras y, en este caso, sí que se las lleva el viento.
Pero en el universo del insulto hay más, pues no solo se limita al arranque furibundo de referirse a las prácticas sexuales de la madre del otro o de despotricar sobre su anatomía (o lo que se le ocurra al insultador), sino que también es un enfrentamiento de inteligencias. Un buen insulto convoca a la comicidad y deja atrás la violencia física, pues, por definición, el insulto es ante todo un acto comunicativo. Un intercambio de ideas/ofensas, en donde el vilipendiado tiene la oportunidad (y algunos dirían que el derecho) de convertirse a su vez en vilipendiador.
¿Qué hace de un insulto un buen insulto?Existen varios estudios sobre el fino y procaz arte de la injuria, pero podría decirse, en primer lugar, que el éxito de un elaborado agravio verbal, se mide en la ausencia de agresión física, pues camuflacon eficacia su faceta pasional y muestra el siempre hiriente desprecio.
Es decir; un madrazo 'fino' pretende dejar sin palabras (por su contundencia) al insultado. Un ejemplo puede ser una de las tantas anécdotas de Oscar Wilde, en la que el escritor asistía a una reunión y la anfitriona, quizás queriendo ser simpática, le dijo: "¿No es verdad que yo soy la mujer más fea de París?". A lo que Wilde respondió: "no, señora. De París no, del mundo".
El humor es parte fundamental de un ultraje con altura, pues no solo se clava como puñal, sino que invoca el ridículo e inocula el veneno preciso donde más corrosivo es su efecto: la capacidad intelectual del injuriado. Claro, aquí la madre (literalmente) suele quedar en un segundo plano y regresa a salvo a casa, pues, de tener que mencionarla, seguramente el agravio bajaría de calidad. Algunos maestros del insulto pueden ayudar a ilustrar el tema, como lo hace Arthur Schopenhauer, que se desquita con sus paisanos: "Para los alemanes es incluso bueno que las palabras sean algo largas, pues, como son tardos en pensamientos, así disponen de tiempo para reflexionar".
Con vehemencia o con calculado desprecio, elaborado o improvisado, con o sin madre involucrada, echar la ídem es una costumbre ancestral que, en ocasiones, puede sobrepasar el mero acto del desafío, de golpear una mejilla con un guante y buscar el duelo, para convertirse en un ritual que unos pocos pueden elevar a la categoría de arte. De hecho puede tener tantas facetas que hasta se puede dirigir a uno mismo. Ahora recuerdo a un amigo bastante pacífico, pero que es imbatible con el verbo y en asuntos de madres, al que alguna vez alguien con espíritu belicoso le dijo (y me disculpo una vez más): "usted es un hijo de puta". A lo que él respondió conalgo de alarde: "hijo de puta no, lo que pasa es que mi mamá es de ambiente".
A ellos les fue la...
Jorge Rodríguez, conductor de bus vilipendiado a diario. Este experto conductor al que sus camaradas le llaman 'siete almuerzos', ha desarrollado la habilidad de reírse de sus insultadores, que en su mayor parte se componen de los pasajeros que no dudan en opinar sobre su progenitora justo antes de abandonar la nave.
Claro, él también arremetería con prodigioso madrazo contra los vendedores que se suben sin permiso a su oficina rodante.
Aníbal García, vigilante de edificio
Como vigilante, Aníbal probablemente se dedica a uno de los oficios más expuestos al madrazo, pues no solo tiene que lidiar con los distintos genios de los residentes (esa es la parte fácil), sino también enfrentarse a los agravios de algunos visitantes. Claro, también tiene la difícil obligación de controlar los decibeles de las ocasionales rumbas y su labor no siempre es bienvenida.Para él, la solución no es responder las posibles injurias, sino más bien ser cortés y mantener la distancia.
El compañero William Escobar, árbitro de fútbol opina...
De pasión y de profesión, William pita desde hace 12 años. Su oficio no es fácil, pues se expone a las pasiones ajenas, que se materializan en una lluvia de insultos. Sin embargo, William está listo para cualquier ofensa y no responde ninguna, pues parte de su labor es mantenerse neutral y dar ejemplo de tolerancia. Claro, en caso de que sea un jugador el agraviador, la solución llega convertida en una tarjeta roja.
Mariana Jaramillo, profesora de universidad
Tres años como docente la han convertido en uno de los blancos preferidos de los estudiantes para proferir sus madrazos, pues esta mujer experta en literatura tiene fama de 'cuchilla'. Según ella misma, es muy exigente y por eso no perdona la vagancia en sus alumnos, que a su vez también le han hecho recordar uno que otra vez a su progenitora.
Por: JULIAN ISAZA
Fotos: Arturo Morales